El rol de la mujer en la Iglesia Católica (Parte II)

El tema del sacerdocio femenino que se empezó en el artículo anterior ha sido nuevamente aclarado hace unos días por la Iglesia, al poner entre las prohibiciones absolutas, sujetas a ser declarado herejía y castigado con la excomunión, a todo aquel que facilite tal posibilidad. Más aún, las recién emitidas reglas que cubren los  procedimientos canónicos y sus consecuentes penas para las transgresiones contra los sacramentos y la moral han puesto en el nivel de crimen contra el sacramento del sacerdocio el tema de la ordenación sacerdotal a mujeres...

| Mario Requena (Bolivia) Mario Requena (Bolivia)

... El Papa Juan Pablo II, citando a su vez al Papa Paulo VI, en la carta Ordinatio Sacerdotalis,(1994) escribe: "La Iglesia sostiene que no es admisible ordenar mujeres para el sacerdocio por razones fundamentales. Entre estas razones está el ejemplo de Cristo descrito en las Sagradas Escrituras que escoge a sólo hombres como sus apóstoles, y por esa razón, la práctica de la Iglesia, imitando a Cristo, y por lo tanto su enseñanza y práctica ha sostenido consistentemente que la exclusión de la mujer del ejercicio sacerdotal está de acuerdo con el Plan de Dios para su Iglesia". Un año después (1995), el ese entonces cardenal Ratzinger, Prefecto de la Sagrada Congregación por la Doctrina de la Fe, y hoy Papa Benedicto XVI, escribió que lo establecido en la carta "Ordinatio Sacerdotalis" tenía carácter de infalibilidad para la Iglesia Católica.

Es en ese contexto, que la última directriz de la Iglesia referente a los crímenes contra los sacramentos y la moral, incluye como una muy seria transgresión, el ejercicio del sacerdocio por parte de la mujer y nos ha obligado a que, para desarrollar la segunda parte de este tema, se realice una profunda investigación. El libro "The Catholic Priesthood and Women "  escrito por la monja norteamericana Sara Butler, es una sólida defensa de la doctrina de la Iglesia en ese tema, siendo lo más interesante que la Hermana Butler era una ferviente defensora del sacerdocio femenino hasta que la carta apostólica del Papa Juan Pablo II "Mulieris Dignitatem" (1988)" le hizo cambiar de opinión.

La hermana Butler sostiene, que sea  o no arbitrario, el hecho que Cristo sea varón es un elemento vital en lo que se denomina el Plan de Dios para la Salvación, por eso, la razón fundamental para impedir el sacerdocio femenino estaría en que la Iglesia no cree que tenga la autoridad de contradecir a Cristo y proceder a admitir mujeres en el ejercicio de dicho sacramento ya que Ella está obligada a seguir el deseo de Jesucristo en ese tema. El hecho que el propio Jesucristo estableció que los doce apóstoles sean todos hombres, implicaría que el proponer que una mujer sea un representante de los apóstoles sería una seria contradicción contra el deseo de Jesucristo mismo. Por su parte, los que rechazan este argumento, arguyen que el actuar de Cristo estaba sujeto a las condiciones históricas y culturales de esos tiempos. En otras palabras, dicen que Cristo no estaba libre para actuar de otra manera, y por lo tanto estaba bajo restricciones culturales para poder ordenar mujeres en el sacerdocio, y que ahora, ya que los tiempos han cambiado, la Iglesia está libre para abandonar la práctica de restringir el sacerdocio femenino.

Sin embargo, el suponer que Cristo, o sea el propio Dios Todopoderoso, estaba restringido para "diseñar" el Plan de Salvación de la Humanidad y por eso tuvo que ordenar sólo hombres, no es sostenible bajo ningún punto de vista. Este es un aspecto enormemente importante para afirmar que Cristo quiso decirnos algo - que quizás no logramos todavía entender a plenitud- cuando ordena solo hombres para ejercer el sacerdocio. A Dios es imposible que lo limite la historia, las costumbres o la cultura de un pueblo, entonces, lo que está en discusión (si se insiste en el sacerdocio femenino con el mero argumento de que ningún sexo es superior a otro) es la propia persona de Jesucristo en un esquema, que si bien es interesante, pone en duda la completa constitución (en su forma y en su fondo) de la nueva Alianza que Cristo trajo para los hombres.

Entonces, la Iglesia cree que es su obligación permanecer fiel al gesto original de Cristo cuando llama a sólo varones a ser sus representantes, y por ende no es libre ni tiene la capacidad para cuestionar el hecho que Cristo haya sido hombre y no mujer. En consecuencia, la prohibición que las mujeres ejerzan el sacerdocio es una materia en la que la Iglesia  permanecerá fiel  a la verdad fundamental que define la relación entre el orden de la Redención y el orden de la Creación, una relación establecida por el propio Dios y que la mismísima Iglesia, hasta que no haya una señal clara por parte de Dios, no debe ni puede cambiar.

Todo lo anterior, nos obliga entonces a nosotros los schoenstattianos, a descubrir, por medio de nuestra profunda y particular vinculación mariana, cual es el verdadero rol que quiso Dios para la mujer en nuestra Iglesia. Por eso es tan importante apropiarnos de la imagen de María que posee el P. Kentenich: compañera y colaboradora de Cristo en la obra de la redención. Se trata de una espiritualidad anclada en la alianza de amor de Dios con su Pueblo, alianza sellada en forma definitiva y perfecta por Cristo en la cruz. En esa alianza de amor se sitúa la alianza de amor de amor con María en Schoenstatt y en ella nuestra alianza de amor personal con María.

Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, cada uno por separado actuó para que por medio de María, Dios se hiciera carne; entrara a formar parte de un pueblo; y se constituyera -posicione- en el centro de la historia de la Redención. "Ella es el punto de enlace del cielo con la tierra. Sin María, el Evangelio se desencarna, se desfigura y se transforma en ideología, en racionalismo espiritualista". ("La Imagen de María según la visión del Padre Kentenich" , padre Rafael Fernandez, Editorial Patris, 2010).

Como conclusión, si bien ahora la Iglesia rechaza el sacerdocio femenino con argumentos válidos, también establece progresivamente de manera más y más clara el rol de la Virgen María en el Plan de Salvación, y en la medida que se descubra de manera más concreta el Plan de Dios respecto a la Mater, es muy probable que la Iglesia termine reconsiderando su actual posición respecto al sacerdocio femenino, siendo entonces una tarea nuestra (actuando como co-redentores de nosotros mismos) lograr que eso suceda, si está en el Plan de Dios.

 

Mario Requena

Julio, 2010

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